¿Sabes lo que comes? Así nos engaña la industria con productos que no mejoran nuestra salud
Una simple sardina contiene el mismo Omega 3 que seis litros de la leche
que se vende con este ácido graso. Un tetrabrick de zumo para niños
contiene un extra de energía o lo que es lo mismo, un 30% más de
azúcares añadidos. Pastillas para adelgazar, pastillas para tener la
piel más suave, pastillas para todo. Y mentiras, muchas. Así lo recoge
el libro de la psicóloga Ana Isabel Gutierrez Salegui Consume y Calla
(Editorial Akal), en un intento de desenmascarar a una industria que,
además de lucrarse con ello hasta extremos insospechados, tiene buena
parte de responsabilidad en las “enfermedades de la sociedad
occidental”.
Y lo hacen a través de trucos que, según señala la autora a Vozpópuli,
lo que provocan es que “nos sintamos a disgusto con nuestro cuerpo
porque nos ofrecen una información sesgada de la realidad”. Y es que, a
menudo, la publicidad a la que nos somete la industria no es del todo
cierta ni del todo fiable. Gutiérrez Salegui, a través de las 358
páginas de su libro, expone una multitud de ejemplos en los que alenta
al consumidor a pararse a pensar acerca de los ingredientes de los
productos que consume.
“Si la gente entendiera el método científico descubriría muchos de los engaños”
Una de las principales razones por las que, asegura, nos engañan radica
en que “se aprovechan de que la gente no tiene conocimientos científicos
y se inventan palabras que ni los expertos saben definir”. "Ejemplos
como 'saciactiv', que no es nada", dice, provocan que la gente piense
que es algo novedoso que se ha descubierto. Las medias verdades hacen
que desaparezca la información que ocultan. “Los anuncios cuentan una
historia en muy poco tiempo pero no dan informaciones fiables”.
"La imagen del éxito es la delgadez"
La perspectiva desde la que escribe no es la de una publicitaria, ni
nutricionista, ni médica, sino desde el punto de vista que tiene como
psicóloga de trastornos alimentarios. "Querer el mismo cuerpo a los 15
que a los 40 no puede ser", dice. Entonces, ¿a quién le interesa que nos
obsesionemos con esa problemática? Las mismas empresas que te venden
snacks hipercalóricos tienen también productos light y para adelgazar.
“La jugada es redonda”, dice la autora.
“Así, ideas irracionales, verdades a medias, mentiras completas,
señuelos pseudocientíficos y palabrería de bata blanca sobre dietas,
alimentos, nutrientes o cosmética, son la tónica general de un mercado
que mueve miles de millones de euros y en el que la mayoría de las
personas desconocen que, a pesar de estar gastando muchísimo dinero en
cuidarse manteniéndose ‘sanos y delgados’, en realidad están, en muchas
ocasiones, asumiendo riesgos que ignoran o directamente socavando su
salud y minando su economía”.
De hecho, esta semana la OCU acusaba a dos laboratorios de influir en la
compra de un producto mucho más caro. A juicio de OCU, estos dos
gigantes farmacéuticos, productores de Avastin y Lucentis, dos
medicamentos válidos para el tratamiento de la degeneración macular
húmeda, parecen haberse puesto de acuerdo para diferenciarlos
artificialmente. Así, Avastin, el fármaco más barato, es presentado como
un producto más peligroso que Lucentis, con el fin de influir en las
prescripciones de los médicos y servicios de salud. Lucentis es 100
veces más caro.
Por su parte, la autora no se muerde la lengua y cita en su dedicatoria a
las grandes multinacionales alimentarias y cosméticas sin las cuales
“este libro no habría sido posible”. Son ellas, precisamente, las que
tienen un interés máximo en lucrarse pase lo que pase. “Nos olvidamos de
que las industrias no son ONGs y para ellos lo más importante son los
balances de resultados”, confiesa la autora a Vozpópuli.
La letra pequeña del testado clinicamente
En ocasiones, las cremas que se venden asegurando que rellenan las
arrugas están solamente testadas en larvas. “No hay estudios fiables;
son opiniones. No se puede basar un estudio de una crema sobre larvas o
sobre 28 personas. Mi piel no es la de una larva”, dice la autora.
Uno de los casos más graves con los que se ha topado en su investigación
ha sido un dato de hace siglos. “Desde el punto de vista de la
cosmética, descubrí que un maquillaje hizo desaparecer a toda a una
casta, se extinguió. ¿Quién nos dice a nosotros que todas esas cosas que
nos echamos en la cara no nos puede suponer algo a largo plazo?, se
pregunta, no sin antes advertir de que ella no es un "talibán" y que
solo quiere "que no se engañe a la gente".
Tuvieron que eliminar los anuncios en los que se afirmaba que Activia y Actimel ayudan a aliviar el estreñimiento
Y es que en la industria cosmética hay muchas trampas, confirma a este
diario Gutiérrez Salegui. A través de su estudio de la letra diminuta de
los anuncios ha encontrado casos que rozan la ilegalidad. Por ejemplo,
en un anuncio de una crema para la cara se asegura que “el 72% de las
personas de tu entorno notará tu piel más joven y revitalizada”. Con
esta afirmación, ¿cómo saben lo que pensará la gente?
Aunque, en principio, pueda parecer que hay una grave desprotección ante
la publicidad que nos bombardean, países como Inglaterra o Francia han
sido muy tajantes a la hora de prohibir cierto tipo de argumentos
utilizados en sus productos. Danone, por ejemplo, tuvo que eliminar los
anuncios en los que se afirmaba que Activia y Actimel ayudan a aliviar
el estreñimiento o son buenos para el sistema inmunitario. En Estados
Unidos han sido multados con 21 millones de dólares por exagerar los
beneficios de ambos productos. Y en Francia, una marca de cereales fue
condenada por publicidad engañosa al demostrarse que era mentira que
tuvieran un 0% de materia grasa.
En definitiva, Consume y Calla consigue remover conciencias y deja clara
una cosa: una simple fruta es infinitamente más sana como postre que
cualquier producto procesado.
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