miles de millones despilfarrados y no hay ni sillas en Urgencias.. se sospecha que es un asunto sobre-cogedor.. luego los borregos mucho quejarse pero siguen votando a los mismos..
¿cuántos políticos hay en la cárcel por éste tema? ¿cuántos "altos cargos" han perdido todo su patrimonio? ¿cuántos han sido destituidos? ah, claro.. que no hay responsables ni responsabilidades.. claro, claro..
Médico en una manifestación a favor de la sanidad pública en Barcelona. Foto: Antonio MorenoM. Eugenia Ibáñez Periodista
¿Es fiable la gestión de una empresa que en ocho años cambia cinco
veces de gerente? ¿Y si la empresa en cuestión tiene 36.000
trabajadores? ¿Y si, además, se trata de una empresa pública cuyo
objetivo es velar por la salud de varios millones de ciudadanos? La
conclusión inmediata es pensar que las condiciones laborales de esos
trabajadores y la protección sanitaria de los ciudadanos corren un grave
peligro de inestabilidad, o algo peor. La empresa en cuestión es el
Institut Català de la Salut (ICS) que entre enero del 2006 y enero del
2014 ha tenido cinco máximos responsables de su gestión.
Y ya metidos en la harina gerencial de la sanidad catalana, valga el
ejemplo del Hospital del Vall d’Hebron, todo un récord en el cambio de
máximos responsables: cuatro gerentes en cinco años. Este centro, con
6.500 trabajadores, es hospital de referencia en ortopedia infatil,
tumores orbitarios, trasplantes –hepáticos, renales y pulmonares–,
quemados críticos y lesiones medulares entre otras patologías. Un
trabajo sensible que exige estabilidad.
¿Por qué tantos cambios? Las versiones oficiales de defenestrado y
defenestrador suelen ser asépticas: motivos de salud, lentitud en los
cambios que le fueron encargados o necesidad de actualizar las
estructuras organizativas. Las opiniones del personal sanitario y
sindicatos son muy diferentes: elección del nuevo gerente en función de
sus colores políticos, necesidad de agilizar la privatización de
actividades sanitarias, exigencias de docilidad ante las órdenes de la
Conselleria de Sanitat y mano dura ante los recortes presupuestarios
aplicados en los últimos años. Salvo excepciones, los nueve gerentes que
han pasado por el ICS y el Vall d’Hebron no han quedado abandonados a
su suerte, no han ido al paro; unos han pasado a la sanidad privada,
otros han sustituido la gerencia perdida por otros cargos de
responsabilidad, y algunos, los menos, han regresado al ejercicio de la
medicina pública. PSC y CIU se han repartido, casi por un igual, los
cambios en la gerencia del ICS durante sus respetivos mandatos al frente
de la Generalitat, y también han practicado, sin apenas variantes, la
práctica de la puerta giratoria: el cesado siempre ha tenido una manera
suave para encontrar otra salida laboral.
Raimon Belenes
Raimon Belenes, nombrado por Marina Geli en enero del 2004 y cesado
en diciembre del 2006 por la misma consellera socialista de Sanitat, es
probablemente el paradigma de la ambivalencia entre la medicina pública y
la privada de los cargos gerenciales del ICS. Su currículo es amplio y
variado y ha tocado todos los palos empresariales, con la particularidad
de que, en algunas ocasiones, ha simultaneado responsabilidades en la
medicina pública y la privada. Trabajó para el Servicio Andaluz de
Salud, para una empresa de fabricación textil, Adeslas (seguros de
asistencia sanitaria) y ha ejercido diversos cargos en instituciones y
empresas. Apenas dos años después de su cese como gerente del ICS fue
nombrado consejero delegado y director general del Hospital Clínic,
cargos que compaginó con su vinculación al patronato de la mutua privada
de L’Aliança. En el 2011 fue nombrado director general de innovación
del grupo Carpio, propietario del hospital del Sagrat Cor, hospital al
que en el último año se han derivado pacientes que, hasta entonces,
habían recibido asistencia en el Clínic. Vasos comunicantes entre lo
privado y lo público.
Francesc José María
Para sustituir a Belenes, Geli eligió a Francesc José Maria por su
perfil de gestor duro y lo cesó 21 meses después porque lo que la
consellera había considerado una virtud se había transformado en un
grave problema, con los centros del ICS convertidos en un polvorín y el
personal sanitario al borde de la huelga. José María, antiguo militante
del Partido del Trabajo de España (PTE), abogado de organizaciones
patronales del sector sanitario, había gestionado la jubilación
obligatoria de los médicos de edad comprendida entre los 65 y los 70
años. La decisión llegó al Tribunal superior de Justicia de Catalunya
que consideró que la jubilación era en realidad un despido y fijó una
indemnización de cien millones de euros, importe que el ICS, ya en
precaria situación económica, no podía asumir. José Maria, con estrecha
vinculación al privado consorcio Hospitalario de Catalunya, fue acusado
también de tomar decisiones que suponían la privatización de
actividades médicas. A ese brillante currículo hay que añadir el elevado
número de expedientes abiertos y su mala relación con la consellera.
El nombramiento de hematólogo Enrique Argelagués, antiguo director
del servicio de Donación y Transfusión, sin relaciones con el sector
privado, fue recibido como un bálsamo necesario para el dolorido ICS. El
personal del Hospital Germans Trias i Pujol (Can Ruti) de Badalona,
donde ejerció como gerente, le definió como hombre de diálogo y de trato
afable. Dirigió el ICS durante 30 meses, entre octubre del 2008 y junio
del 2011. Fue nombrado por la socialista Marina Geli y presentó su
dimisión ante el convergente Boi Ruiz alegando motivos de salud, una
supuesta enfermedad que alcanzó el mayor nivel febril cuando este
conseller presentó los presupuestos de Sanidad que suponían la reducción
del 13% para el ICS. La dolencia de Argelagués fue un agudo ataque de
dignidad.
Joaquim Casanovas fue el sustituto elegido por Ruiz. Aplicó rebajas
salariales, troceó en pequeñas empresas privadas ciertas
actividades sanitarias, aceptó nuevos recortes presupuestarios, cerró
camas hospitalarias, y potenció los contrarios precarios. Con todo, el
conseller le cesó 14 meses después de haberlo nombrado con el argumento
de que no imprimía la velocidad adecuada a los cambios necesarios.
Casanovas no quedó abandonado a su suerte. Fue nombrado gerente de la
Región Sanitaria de Barcelona del Servei Catalá de la Salit (CatSalut).
Casanovas fue sustituido por Pere Soley, cirujano, muy próximo a CDC,
exgerente de L’Aliança y del hospital de Bellvitge. El nuevo gerente
consideró que el cierre de plantas hospitalarias y otros centros
sanitarios aplicados durante el verano no implicaba el progresivo
desmantelamiento de la sanidad pública sino que era, simplemente, “un
cambio en la actividad sanitaria estival”.
Por lo que respecta al Hospital de Vall d’Hebron, la secuencia en los cambios gerenciales ha seguido la siguiente secuencia:
José Luis Sancho
– José Luis Sancho. Nombrado por la consellera Marina Geli en el 2004; cesado por Boi Ruiz en el 2011.
– Jaume Raventós. Permaneció tan solo ocho meses en el cargo,
suficientes para decidir el cierre de algunos quirófanos y tomar otras
medidas que aún afectan la marcha del hospital. Presentó la dimisión en
marzo del 2012 y optó por un cargo en Telefónica.
– José Jerónimo Navas. Anatomopatólogo. Fue director general de
Instituto Carlos III, trabajo en Can Ruti y ha ejercido diversos cargos
en la sanidad catalana. Cesó en el cargo en enero del 2015 para dirigir
un proyecto de innovación en el ICS.
– Vicenç Martínez Ibáñez. Cirujano. Fue gerente de los hospitales
Josep Trueta de Girona (ICS) y del Santa Caterina de Salt (Institut
d’Assistència Sanitaria) e impulsor de su unificación, proyecto
criticado por los sindicatos.
Dos cifras a modo de ejemplo de lo que ha implicado el continuo baile de gerentes:
El ICS ha perdido casi 5.700 trabajadores en los últimos cuatro años, lo que supone una reducción del 13%.
En el mismo periodo, la plantilla del Hospital del Vall d’Hebron ha pasado de 7.000 a 6.500 trabajadores.