¡No tires de la cadena! Nueve usos insospechados de la orina
Somos todos unos insensatos. Así de claro. ¿A quién se le ocurre orinar y
tirar de la cadena? ¿Vosotros sabéis lo que estáis haciendo? Para que
lo entiendas, es como encenderte los puros con billetes de cien euros.
Cada vez que accionas la cisterna, cuando dejas tu micción en mitad de
la calle en una noche de borrachera o cuando aprovechas el momento de la
ducha para evacuar, estás dejando escapar mucho más que tus desechos.
Seamos francos, la orina es útil para un sorprendente número de cosas,
lo que convierte tu pis en verdadero oro líquido. Aunque esto es solo la
puntita de lo que podrías hacer con el fluido, toma nota a continuación
de las diez utilidades más sorprendentes, y en ciertos casos
enriquecedoras.
Vivir las Fallas
Ahora que se acerca la internacionalmente conocida fiesta valenciana,
¿qué mejor que celebrarla con pólvora de fabricación casera? Para que el
estallido de un petardo lleve una parte de ti, no hay nada como
utilizar tu propia orina como ingrediente secreto. El nitrato de potasio
no se produjo en masa hasta el siglo XX y, hasta entonces, la orina se
utilizaba por su nitrógeno como componente del explosivo que alegrará el
corazón de los valencianos dentro de no muchos días.
Cargar el móvil
En 2013, unos científicos británicos descubrieron una energía renovable
que habita entre nosotros: ¡la orina! Con ella recargaron un móvil. Nada
que no consiguieran un año antes cuatro estudiantes africanas, que
lograron generar electricidad a partir de este residuo humano.
Cuidar tu higiene bucal
Fuera escrúpulos. Cuando Obélix pronunciaba aquello de “¡están locos
estos romanos!”, el galo gordinflón sabía lo que se decía. Es lo menos
que se puede opinar sobre unos tarados que usaban la orina para
blanquearse los dientes, gracias al amoniaco que contienen nuestras
útiles micciones. Claro que lo de los romanos se queda en una anécdota
tras conocer este estudio realizado en China, que analiza la posibilidad
de regenerar los dientes a partir de células de pis.
Lavar y teñir ropa
Coge el cesto de la ropa sucia. Llénalo de orina. Pon a un tipo encima
pisando el textil como si estuviera exprimiendo uvas. Hala, ya sabes
cómo lavaban y blanqueaban la ropa los romanos. Ahora sí, podemos
confirmar que estaban locos. Pero iban más allá los muy hijos del César.
Además, usaban los desechos líquidos para fijar los tintes a las telas.
Vamos, que con un par de micciones te lavabas la ropa y le dabas color.
Sin palabras. Y sin escrúpulos, desde luego…
Levantar el país
Con tanta utilidad (y las que quedan), ¿por qué no crear un impuesto con
el que gravar las actividades derivadas de la orina? Cómo no, esto ya
se le ocurrió a los romanos. El emperador Vespasiano llegó a afirmar que
“el dinero no huele” (“Pecunia non olet”) después de gravar con un
impuesto la utilización de la orina vertida en los urinarios públicos de
Roma.
El clásico: hidratarse
La historia del hombre perdido en mitad de la naturaleza más salvaje,
sin agua que llevarse a la boca, que termina bebiéndose su propia orina
para no morir deshidratado, es de sobra conocida por todos gracias a
Bear Grylls. Por suerte, la ciencia va dando pasos para evitar morir de
asco en casos como estos. La NASA trabaja en una bolsa que es capaz de
convertir “agua sucia” en agua potable gracias a una membrana
semipermeable y una solución concentrada de azúcar. ¡Que aproveche!
Olvidar el Actimel de todas las mañanas
La orina es un 95% agua y, además, lleva nutrientes que no le vienen mal
a nuestro cuerpo y toxinas, pero no en cantidades suficientes como para
hacernos daño. De hecho, ciertas toxinas pueden fortalecer nuestro
sistema inmunológico. Es tan beneficioso beber tu propia micción que
existe una “terapia de la orina”.
Concentración, por favor
Ha llegado la hora de olvidar que existe la tila. Además de servir para
fortalecer nuestro sistema inmunológico, beber de nuestra propia orina
antes de que salga el sol sirve para mejorar la capacidad de
concentración y meditación. Al menos, eso dicen viejos textos hindúes
relacionados con el yoga sobre la antigua práctica de echarse un trago
de pis para empezar el día con energía.
Seguir dando caña con tu metralleta
¿Quién no ha necesitado refrigerar su metralleta en alguna ocasión?
Bueno, vale, a ti no te ha pasado, pero a los soldados que lucharon en
la ahora centenaria I Guerra Mundial les pasaba día sí, día también. Las
primeras ametralladoras utilizadas en el conflicto tenían que ser
refrigeradas con agua para que siguieran funcionando. ¿Y a qué no te
imaginas qué usaban cuando el agua escaseaba?
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