Accidente, Hospital de Cruces, Vejaciones y Medicina Pública
Esto es lo que le pasó a un amigo mío en Agosto de 2.008 :
"Trabajaba
en la zona de Mondragón, montando maquinaria industrial. Había hecho,
como tantas veces, 2 horas extras y estaba muy cansado esa tarde. Tenía
unas ganas locas de llegar a casa, en el casco viejo de Bilbao.
Iba solo y veloz en mi Dacia Logan. Subí el puerto de Kanpazar y en la
bajada, al final, llegando a Durango, empezó a caer "sirimiri". Había
hecho esa ruta más veces, pero entre mi velocidad y el asfalto
resbaladizo, perdí el control en una doble curva con forma de "cuatro".
No lo recuerdo muy bién pero creo que pasó lo siguiente:
Antes de salirme hacia el campo, me embistió un coche que iba bién por
su carril. Afortunádamente no les pasó nada grave, salvo el susto, el
destrozo de su coche y las complicaciones derivadas.
Yo debí salir despedido, rompiendo una ventana con la cabeza, quizás volé y caí sobre mi costado derecho, pero no lo sé.
Me acuerdo de estar consciente en la carretera, aturdido, recogiendo una
de mis sandalias. Y gente poniéndome una manta. Debieron llegar los
chicos de la D.Y.A. de Durango (meses después traté de darles las
gracias, pero se me saltaron las lágrimas en su local y me fuí).
El caso es que debía tener muy mala pinta y un helicóptero me recogió
para llevarme a Cruces urgéntemente. A mi lado iba una mujer guapísima,
toda dulzura, me atendió todo el vuelo, me cogió la mano, creo, me calmó
muchísimo y me pareció un ángel. Creo que no perdí la consciencia en
ningún momento.
Pero en el hospital todo cambió. Para empezar, me preguntaron varias
veces si yo iba conduciendo muy rápido...¿? ¿?... Yo contestaba siempre
la verdad: Que sí. Y no sólo un camillero, o un celador (o lo que
fueran) sinó varias personas de forma consecutiva. Después...
...vinieron los desprecios, las "negligencias" y el maltrato: Una
administradora me estuvo acosando los 2 o 3 días que estuve en Cruces,
que si "papeleos", que si "habitación", que si "a la puta calle".
Dos médicas o enfermeras (o lo que fueran) me quitaron algunos cristales
de la cabeza y me "cosieron". Pero ni me afeitaron, ni me calmaron los
dolores, ni me trataron con cuidado.
El último día, me pusieron de patitas en la calle, con la cabeza
hinchada, vendada, el cuerpo muy dolorido, desnudo (sin camiseta, con mi
pantalón corto y las sandalias). Sin un duro, sin móvil, sin
documentos, sin nada (todo quedó en el destrozado coche) y con un
aspecto terrible. Era una situación espantosa.
Hablé con varios taxistas a la puerta de Cruces, prometiéndoles el
dinero al llegar a mi casa en Bilbao, pero ninguno quiso. Y la verdad,
lo entiendo.
Desesperado volví a entrar, para buscar una solución, aunque ya me
habían aclarado que me buscara la vida. Milagrósamente llegó allí una
mujer, desde la calle, que debía tener cierta autoridad, pues me vió y
sin yo decir nada, montó un "pollo" y me consiguió una ambulancia. Fué
providencial.
Al llegar a casa tuve suerte pues mi compañero de piso estaba dentro y pudo abrirme, aunque no me reconocía.
Durante semanas me estuve quitando cristalitos de la cabeza, yo mismo en mi casa.
Total, todo el mundo se portó muy bién conmigo, los otros conductores,
la gente de la D.Y.A. de Durango, el "ángel" del helicóptero y la
"superwoman" final. Todos salvo los que estaban más obligados a ello,
los trabajadores del principal Hospital de Vizcaya.
Para los primeros, mi agradecimiento eterno. Para los segundos, la maldición de que les pase lo mismo algún día.
Y a los afectados por el choque les pido perdón, en especial a la familia del otro coche.
¿Por qué me humillaron y me malcuraron en Cruces? Creo que porque la
culpa del accidente fué mía. Me consideraron un criminal al volante, me
juzgaron y me declararon maltratable."
Aunque han pasado cinco años, este caso ilustra bién un gran defecto de la sanidad pública española: La prepotencia.
Mi amigo es un tío de lo más sincero, de esos que tienen (o tenían) una
fé ciega en los médicos. Si añadimos a ésto su miedo y su confusión tras
el accidente, entenderemos que no fuera capaz de responder
adecuádamente. Tiempo después yo le aconsejé que denunciara, pero no
quiso. Dijo que era un follón, que no sabía nombres, ni cargos. Por
supuesto nadie le explicó apenas nada, ni se identificaron. Ni se
acordaba de las caras (casi mejor). Me dijo que él ya había aprendido la
lección y que no quería perder su tiempo ni su dinero para no llegar a
nada. Y que las consecuencias no eran graves (picores, granitos,
"escamas" raras, cicatrices feas y bultitos duros en la frente y en la
sién). La angustia que vivió la tiene olvidada.
Sé que mi amigo no debió ir tan rápido aquel día, que merecería una
multa o quizás algún otro castigo. ¿Pero por parte de quienes deben
salvar vidas? ¿Sin un proceso legal? ¿Nos hemos vuelto locos?
Los médicos en España siempre han sido una casta especial. Por partida
doble: Funcionarios y de "buena familia". Aunque ahora ya no son de
clase tan alta, siguen con los humos subiditos. Y el resto del sistema
sanitario actúa igual, por narices.
Gregory House dice que los pacientes siempre mienten. Joder, como para
no hacerlo. Que se porten los médicos como lo que son, no como jueces o
policías. Mi consejo es que nunca confiesen a los matasanos españoles
que han sido imprudentes o que tienen hábitos "mal vistos". MIENTAN.
Todo lo hicieron bién. La enfermedad o las heridas son casualidades.
Yo he tenido vivencias parecidas (aunque no tan graves) y cada día
desconfío más de los profesionales de la mala salud. Ni privados ni
públicos. El problema es que la medicina pública la pagamos por
obligación y no hay relación entre el salario que cobran y la calidad
del servicio. El médico no vive de los pacientes. Y aparecen los abusos.
Es casi inevitable.
Sólo un par de veces he tenido contacto con médicos privados (dentistas)
y el servicio fué tan bueno que me quitaron el miedo para siempre. El
trato fué exquisito. No puedo imaginar a un médico que vive de sus
clientes haciéndoles algo como lo que le pasó a mi amigo.
Mientras haya matasanos-burócratas sin ética profesional, sin vocación,
creyéndose diosecillos, estaremos expuestos a estas peligrosas
injusticias. Y mucho me temo que a pesar de que nuestros servidores
públicos sanitarios deberían esmerarse más en épocas de recortes y
crisis (por su propio bién, para ganarse la confianza de sus pacientes y
de los ciudadanos que les pagamos) seguiremos viendo estos
"tratamientos".
Pero también habrá más respuestas contundentes contra los "justicieros" de bata blanca.
Al tiempo.
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