Sanidad: Por qué he hecho huelga.
Lo primero: Tengo la edad suficiente como para poder juzgar las cosas
con cierta perspectiva, también tengo un contrato como laboral fijo
adquirido mediante concurso-oposición tras seis años de contratos
temporales y he aprendido lo suficiente como para encontrar un trabajo
en España o en el extranjero si fuese necesario. De hecho, he tenido
alguna oferta sin haberla solicitado.
Soy y me siento español, siempre he criticado a los que abandonan su
país cuando las cosas se ponen feas, en vez de quedarse y luchar por
arreglarlas, aunque comprendo al que es más egoista, o cobarde, o no
tiene otra opción, y prefiere huir.
Hasta ahora pensaba que la huelga de un servicio público es el peor
modo de intentar arreglar algo, porque acaban pagando el pato los que no
tienen culpa de nada, pero el uno de noviembre ocurrió algo que
trastocó mis esquemas y convicciones, la Comunidad de Madrid anunció que
iba a privatizar la gestión de numerosos hospitales públicos.
He sido y soy un ferviente defensor de la Sanidad Pública. No lo era
cuando tenía veinte años, porque creía que la iniciativa privada
conseguía los objetivos más rápido y más barato, pero la vida me ha ido
enseñando que eso es una falacia. A lo largo de los años he visto padres
que traían en un taxi a sus hijos recién nacidos en la privada, porque
allí no había medios para atenderlos. He visto pacientes que se
trasladaban desde una UVI privada porque su seguro sólo les cubría
treinta días de estancia, ni uno más. He visto anestesistas diciéndole a
una auxiliar que vigilase los monitores, que él se iba a aparcar bien
el coche, eso me resultó inconcebible desde mi experiencia en la
pública. He visto a cirujanos interrumpir una intervención porque era la
hora en que la Clínica obsequiaba al personal de quirófano con una
cervecita y unas almendras... He visto en la privada cosas
inconcebibles, pero eso si, la mayoría de los pacientes muy contentos
porque tenían habitación individual con televisión.
La Sanidad Pública no es perfecta, hay mucha burocracia, mala
hostelería, hay vagos que dejan todo el trabajo a sus compañeros, hay
médicos mediocres... pero también hay gente trabajadora hasta la
extenuación, gente con moral y principios, gente brillante que disfruta
con su trabajo, hay medios materiales (por lo menos hasta ahora) y si no
los hay, se traslada al paciente a donde los haya. En la Sanidad
Pública no se mira la cuenta corriente del paciente, ni que tipo de
seguro tiene, si no le corresponde ser atendido por algún asunto
administrativo, ya se peleará después con la administración, pero
primero se le atiende.
En la sanidad privada, sólo te ve tu médico, porque es el que cobra.
Si has elegido mal, o te ha tocado uno malo, te aguantas. En la pública
tienes un médico, pero como nadie cobra por ti, te ven muchos más, el de
guardia, el que sustituye al que libra, otro especialista llamado en
consulta... siempre tienes la oportunidad de que alguno de ellos sea
bueno, y ese te salva.
La Sanidad Pública no mira cuanto dinero va a obtener de ti, intenta
tratarte del modo menos costoso posible, incluso del más costoso, si es
necesario. En España ningún enfermo ha muerto por falta de dinero, como
si ocurre en USA, donde sólo te dializan si presentas aval bancario, o
pagas tu tratamiento por adelantado.
Pues bien, el uno de noviembre, el treinta y uno de octubre para ser
más exactos, la Comunidad de Madrid vino a comunicar que el objetivo de
la Sanidad ya no es curar enfermos, o aliviar al que no pueda ser
curado. El nuevo objetivo de la Sanidad es ahorrar dinero en
tratamientos, ingresos y sueldos, de modo que unos gestores privados
puedan obtener beneficios.
Ante eso, toda persona con principios debe hacer todo lo que está en
su mano para protestar. Comenzamos con manifestaciones, multitudinarias,
pero sin el menor resultado. Se hicieron encierros, concentraciones,
cartas de protesta... nada. Se convocó huelga. La huelga perjudica a los
pacientes y nos hace perder dinero, ¿pero que otra medida quedaba para
hacer oír?
Hemos hecho todo lo posible, hasta algo tan desagradable y
perjudicial como la huelga, no hemos conseguido nada, pero nos queda
algo que en el futuro, cuando la gente comprenda lo que ha perdido, nos
consolará: Hicimos todo lo que pudimos por evitarlo.
Nos acusan de defender nuestros "privilegios", es decir, condiciones
laborales que se negociaron a lo largo de años, de defender nuestros
sueldos, como si no lo hiciesen todos los trabajadores, de ir a la
privada a trabajar... yo hace años que lo dejé, por principios sobre
todo, porque no estaba dispuesto a hacer en la privada lo que jamás
habría hecho en la pública. En cualquier caso, cada uno es libre de
hacer en su tiempo libre lo que quiera, mientras cumpla en su trabajo.
Nos bajaron el sueldo, nos aumentaron el horario, despidieron a
compañeros... pero no hicimos huelga, no mezclamos a los pacientes en
nuestros asuntos laborales.
Pero la privatización no es una asunto laboral. Es cambiar la
organización sanitaria de nuestro país hacia algo mucho peor, hacia la
obtención de beneficios y dividendos, sin que al pueblo se le haya hecho
la menor consulta.
Los sanitarios hemos hecho, solos, lo que hemos podido. Ahora es el pueblo quien tiene que hablar.
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